Es humano intentar evitar dolor, sufrimiento o daño y acercarnos a lo que nos produce placer, satisfacción y felicidad. Pero si evitamos toda fuente de malestar de forma inflexible, nos puede alejar de una vida significativa.
El malestar nos indica que algo valioso está en juego. Por ejemplo cuidar de un familiar enfermo implica sufrimiento, pero es un dolor que tiene sentido, pues para nosotros esa persona es importante. Gran parte del sufrimiento humano procede de problemas en las relaciones con otras personas. Si existen dificultades en decir lo que necesito, en comunicarme, si tiendo a evitar el conflicto, si tengo miedo a la intimidad o no sé gestionar las emociones, es muy probable tenga problemas interpersonales. Una persona con miedo a ser evaluada por los demás tiende a evitar las relaciones sociales, a quedarse en casa, a beber alcohol… ¿Pero a dónde le lleva el aislamiento si lo que más desea es tener una pareja y formar una familia? Los intentos por no contactar con los pensamientos y sentimientos de temor mediante estas acciones no solucionan el problema y le limitan la vida.
Cuando nos pasa un suceso traumático como un accidente, una enfermedad grave, abusos sexuales, una pérdida o una separación… se produce un punto de inflexión en nuestras vidas. En ocasiones la adversidad nos hace recapacitar y preguntarnos si realmente llevamos la vida que queremos y en otras ocasiones estamos tan inundados por el sufrimiento que nos quedamos anclados en él incapaces de reaccionar.
Cuando eres consciente de que necesitas ayuda, la terapia te permite identificar los distintos intentos de solución que no han funcionado (evitación, aislamiento, medicación, adicciones, obsesiones y compulsiones como alcoholismo, drogas, compras, comida, sexo…). Muchas veces actuamos así en el corto plazo para evitar las experiencias angustiosas, lo que nos limita y aleja de una vida elegida valiosa.
El terapeuta acompaña y motiva para impulsar al cliente hacia acciones que lleven a una vida significativa. Es un trabajo colaborativo para practicar nuevas respuestas más efectivas y que se mantengan a largo plazo.
En los problemas psicológicos se puede intervenir de distintas maneras:
– Distanciando a la persona del problema. Haciendo que tenga una visión más flexible a pesar del malestar que éste le genera.
– Ayudar a la persona a contactar con la experiencia. “Sal de tu mente, entra en tu vida”.
– Entrenar la atención en el presente. Estar anclado en lo que pudo ser y no fue del pasado, produce tristeza y vivir preocupándose de las amenazas futuras genera ansiedad. Aprender a conectar con el momento presente “el aquí y ahora” es fuente de salud mental.
– Ayudar a encontrar la motivación para moverse hacia una vida significativa y valiosa.
La ayuda psicológica sirve para entender las claves que mantienen los problemas y generar una oportunidad para obtener estrategias más útiles y funcionales que te acerquen a una vida digna de ser vivida.